sábado, 17 de diciembre de 2016

OS CONTAMOS UN KAMISHIBAI: LA ARAÑA DE NAZARET

CUENTOS NAVIDEÑOS



ALUMNOS DE 6º DE PRIMARIA, CONTARON ESTE PEQUEÑO CUENTO NAVIDEÑO A SUS COMPAÑEROS DE PRIMARIA


LA ARAÑA DE NAZARET

José y María vivían en una casa vieja y humilde. Tenían una burra gris y suave que los ayudaba en los trabajos más pesados y era muy feliz de ser tan útil. La burra era amiga de una araña fea peluda. El aspecto de la araña asustaba a quien la veía; sin embargo, tenía un buen corazón.
Un día la araña le dijo a la burra:
-          ¿Es verdad que os vais de viaje?
-          Sí- dijo la burra-, he de llevar a María a Belén.
-          ¿Por qué no me llevas contigo?- pidió la araña-. No quiero quedarme aquí sola.
-          Si quieres venir, deberás esconderte dentro de la alforja y no salir para nada; no debemos asustar a María.
-          No te preocupes. Me quedaré tan quieta que nadie sabrá que estoy aquí.
A la mañana siguiente José, María, la burra y loa araña salieron de viaje. Después de recorrer un largo camino, llegaron a Belén. Allí, José empezó a llamar a todas las puertas buscando alojamiento:
-          ¿Nos querría acoger por una noche?
-          Llama a otra puerta- decían los habitantes de Belén.
Como no encontró otro refugio, José decidió resguardarse en un establo abandonado. Hizo entrar a la burra, puso a Jesús encima de un montón de pajas y a María a su lado. Después, colgó la alforja en un clavo, en la ventana de la improvisada habitación. El niño lloraba de frío. Al oírlo, la araña se sentía muy triste, ya que no podía hacer nada por ayudarlo.
La araña salió de la alforja y se colocó en la ventana. Como el niño seguía llorando, la araña empezó a derramar lágrimas, que se convertían en hilos de plata. La araña iba de un lado a otro dejando los hilos de plata por la ventana. Finalmente, sus lágrimas tejieron una tela fina que tapaba la ventana abierta.
El niño ya no tenía frío y María le cantaba una canción.
Al cabo de un rato, el niño miró dulcemente a la araña, como dándole las gracias, y ésta se sintió muy feliz de haberlo ayudado:
-          Yo creía que el niño me tendría miedo, ¡y ahora me quiere!- dijo.
De esta forma, la araña aprendió que tener un buen corazón es más importante que el aspecto físico.





















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